lunes, 11 de enero de 2010

Cómo algodones de azúcar


A pesar de que haya descubierto que las princesas viven en cajitas y son adictas a la nieve. A pesar de que lo que leo nunca llegue a ocurrirme y aún siendo plenamente consciente tenga la esperanza de vivirlo. A pesar de que viva enganchado a pasar las noches en vela y mi futuro sea una caja de dormidinas. A pesar de todo, seguiré comiendo sugus.

¡Hay recuerdos cómo algodones de azúcar!

Recuerdos


¿Conocéis los sugus i los biberones de frutas?
No recuerdo a penas nada de la época en que los conocí, pero puedo imaginar la sensación que sentí cuando los disfruté por primera vez.
Mi vida , entonces, era tan difícil cómo separar el caramelo de su envoltorio.
Años atrás la cosa se fue complicando cada vez más, y cambié el cochecito por vagones de metro, piruletas por pitillos y libretos para colorear por apuntes a pasar a limpio. Dejé de esconderme por las noches detrás del sillón, para pasear por el centro y divagar sobre la posición que adaptan las personas cuando se sienten cohibidas, cada noche, con alguien diferente. Con el paso del tiempo -y en determinados momentos más que en otros- fui olvidando cosas que me hacían sentirme realmente bien. Ahora Los sugus y los biberones de frutas comparten escritorio con el tabaco de liar, conocí los parecidos entre el chocolate y el sexo y he dejado de pensar que los mensajes que enviaba con aviones de papel por la ventana iban a llegar a alguien. Pero puedo decir que sigo siendo el mismo.